8 feb 2010

"NINE" de Rob Marshall


Siempre me han gustado los musicales, no se porque esa extraña mezcla de mundo real y fantasioso siempre me entretuvo. Tal vez sea por esa obsesión mía de ir con los cascos por la calle pensando que todo es un videoclip y que de un momento a otro, la señora que esta comprando el pan va a ponerse a saltar cual Pina Bausch o tal vez tenga que ver con la “experiencia religiosa” que tuve al ver en el cine “MOULIN ROUGE!”. A mis tempranos 16 años salí de la sala 10 del centro de ocio “ZigZag” pensando que nunca había visto tal despliegue visual en una sala de cine (Tal vez, por esa razón fui arrastrando progresivamente a todos mis conocidos y familiares a que la vieran, convenciéndoles con mi mirada de “¿Es que no te das cuenta que es una maravilla?”)

Viendo “NINE” llegue a la conclusión de que hay 2 tipos de musicales:

- Aquellos en los que los temas musicales te van contando la historia, es decir, que son indispensables en la película.
- Aquellos en los que las canciones son solo un acento de aquello que la película ya ha contado, con lo cual, si las quitas, la película es igualmente entendible.


“NINE” de Rob Marshall pertenece, descaradamente, al segundo grupo. Y aunque eso no tiene porque ser un punto negativo, si lo es, cuando te das cuenta que a su director solo le interesan esos “acentos”.

Me explico. NINE puede ser fácilmente definido como un espectáculo vacío. O al menos lo es en el formato en el que está engendrado.
Rob Marshall acentúa sus defectos (Que ligeramente se vislumbraban en CHICAGO, siendo ésta, al menos para mí, una película bastante entretenida) y nos demuestra no conocer la diferencia entre dos lenguajes muy distintos. El de un Musical en Broadway, y un musical en el cine.

Los números musicales son técnicamente impecables (Más le valdría a Rob Marshall habiendo sido un importante coreógrafo) pero increíblemente teatrales, como si hubiera metido la cámara en el escenario de un teatro, sin aprovechar todo lo que el medio audiovisual ofrece y con un montaje erróneo, para mi gusto. Seguramente, la visión que tenía de NINE hubiese funcionado mejor realmente sobre las tablas.
El gran lastre de esta película es ese, que a veces parece que lo único que le importe sea la parafernalia musical, sin preocuparse de su historia, y mas importante aún, de sus personajes.


Para mi NINE será el gran reparto desaprovechado del año. Daniel Day-Lewis esta genial, pero porque este hombre es un portento interpretativo y hasta de la mínima siempre saca petróleo para difuminarse con su personaje, en este caso, el agobiado Guido Contini. Marion Cotillard va a la par consiguiendo que su personaje sea el único femenino que nos importe un poco. Penélope Cruz, sinceramente, sorprende. Su número musical es increíble, y su interpretación tal vez la más valiente de la película, rozando pero nunca pasándose.

Me gustaría poder hablar de Nicole Kidman, Sophia Loren, Judi Dench o Fergie, pero es que más que personajes parecen cameos. Sus personalidades quedan totalmente en la superficie, llegan dicen dos frases, cantan y ala, si te he visto no me acuerdo (Cierto, Judi Dench tiene un poco mas de miga, pero totalmente desaprovechada).

Y merece un párrafo a parte, la julandrada de la película. El personaje de Kate Hudson, Stephanie la “pícara” reportera. O lo que es lo mismo “el personaje fantasma”. Me da rabia que los medio estén alabando a la hija de Goldie Hawn como la revelación del film cuando el personaje aparece 10 minutos en pantalla y no aporta absolutamente nada. Pero nada de nada. Si es cierto, tiene el numero musical más espectacular, pero es que esto no es un videoclip, es una película. Aparece, pregunta, tontea, canta y ¿Alguien la ha visto?. Ojo, no digo que la Hudson lo haga mal, al contrario. Pero, al menos en pantalla, es un personaje fácilmente eliminable.



Para terminar, solo me queda recomendar el visionado de la película en la cual esta basado este musical. “8 y medio” de Federico Fellini, o lo que viene siendo una obra maestra. O “Pozos de ambición” o lo que viene siendo, una interpretación “Made in Daniel”. Es lo que pensaba mientras veía la película.

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