27 jun 2010

La siesta agónica

Hace 4 años que le proclamé la guerra a una de los pilares básicos de la conocida "cultura española".

En una época en la que no conseguía conciliar el sueño por las noches, pasaba la mayor parte de las tardes durmiendo. Más de una vez desperté desorientado y, lo que es peor, desconocedor de si las 8 que marcaba el reloj eran las de la mañana o las de la tarde (En invierno, la luz a esa horas no ayuda a despejar la duda). Recuerdo incluso, en una de estas ocasiones, salir corriendo de mi casa por miedo a llegar tarde a mis clases de interpretación, y darme cuenta en la boca de metro, que eran las 19:30 y no las 7:30.

A pesar de ello, hay días en los que es imposible evitar las ganas de meterse un ratete en el famoso "cine de las sábanas blancas" cuando empiezas a notar, después de una copiosa comida o una noche animadilla, como los párpados empiezan a cerrarse. Sabes que si aguantas durante un rato esa sensación, pasará. Pero tambien sabes que en le momento que planches la oreja en la almohada ¡Ay madre!¡Que agustico me voy a quedar!...

Eso es exactamente lo que ocurrió esta tarde. Después de una noche de largas charlas y una comida a base de macarrones, chorizo en tacos y nata, mis ojos comenzaban a cerrarse con pasmosa facilidad. Asi que decidí, que aunque tenía cosas que hacer como terminar el cartel de SUJETOS, no pasaría nada por dormir media horita de siesta.

Ahí empezó mi agonía. Estaba pendiente de unas entradas a las 20:30 para ir a ver el montaje de "Luces de Bohemia" de unos amigos. Así que fijé el despertador de mi móvil a las 17:00 (en ese momento eran las 16:00) y caí sorprendentemente rápido en los brazos de Morfeo.

Desde ese momento sólo puedo hablar de sueños jodidamente extraños, como Nicolas Cage hablando con un profesor de instituto para conseguir que me aprobarán una asignatura. Personajes de la serie "Lazy Town" (WTF) en un parque de Murcia bebiendo con amigos míos, a sabiendas que ellos estaban peleados conmigo por un negrito africano que había adoptado una conocida (WTF!!!). Pero sin lugar a dudas, lo que más me ha angustiado ha sido lo que podemos denominar como "meta-despertar" (Si, me invento los términos, ¿y que?). En 4 ocasiones he despertado, he mirado el reloj y he descubierto que eran más de las 20:30, para a continuación, despertar "de verdad" y notar que la alarma del móvil estaba sonando. Durante unos segundo me he planteado si realmente eran las 17:00 o aun quedaba alguna capa de cebolla sueñil más que levantar.

Alfred Hitchcock supo reflejar muy bien en pantalla los efectos de la siesta.

Creo que pasará tiempo hasta que vuelva a tomarme una siesta, y si lo hago, será con el famoso método "Siesta-cuchara" de la abuela.

2 comentarios:

  1. Aaay acho! Que bonito era entrar al salón y ver tu babilla cayendo sobre una suave y delicada manta... ay que tiempos.. que siestas las tuyas..
    Nairona la canariona

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  2. Lo tuyo es pa escribir un libro, nene, te voy a buscar editores... "Vivencias de un murciano en Madrí"

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